jueves, 23 de septiembre de 2010

Renacer= Ponerse a prueba

Una mañana me decido a tomar mi cámara y perderme en París, sólo con una idea en mente.

Normalmente cuando sales con la convicción de buscar historias deberías, en teoría, pensar más o menos lo que quieres mostrar, yo, solo le hacía caso al olfato; ese que dicen en la escuela que todo periodista debe tener casi cosido como el cordón umbilical cuando naces.

Me preparo desde temprano, visto a Lucía su padre se la lleva y listo, cámara, cintas, batería y a la calle!. La sensación fue como una especie de catarsis, quería ponerme a prueba si era capaz de comunicarme, buscar personajes, desmesurar historias y llegar a fondo, pero sobre todo, lo que buscaba era ver si podía ser capaz de entenderme con la gente y realizar mi trabajo cotidiano en otro idioma, ambiente. Desde temprano en la mañana, antes del café esa idea se me vino a la cabeza "tengo que ponerme a prueba para convencerme de mis capacidades y así ver si realmente soy una persona arriesgada". Necesitaba sentir si existía ese olfato del que me habían hablado, quería ver si realmente tengo la vena de periodista.


A veces cuando uno se acostumbra a rodearse de la misma gente, en tu mismo idioma, bajo las misas circunstancias; posiblemente uno se pierda un poco en todo eso y en algunos casos hace que nos quedemos detrás de la misma línea amarilla sin querer cruzarla porque estamos bien allí, nos entendemos y comprendemos nuestro alrededor de tal manera que ese olfato, sí que lo tenemos, pero no nos damos cuenta hasta donde podemos llegar con él. En el mismos momento en que sales de esa burbuja y caes por azar o decisión en otro campo de trabajo, te pierdes, estás tan desorientado: no sabes que decisiones tomar; si cambiar de profesión o no, mudarte, regresar, esconderte, entristecerte, deprimirte, alegrarte, agradecer lo aprendido, rechazar los cambios, aceptarlos. Gracias a todas estas reflexiones pude tomar la decisión de aventurarme y ser dueña de mi pauta periodística, convertirme en la generadora de contenido de esa mañana increíble.

Yo, pues decidí cruzar esa línea amarilla y ponerme a prueba a ver si había escogido la profesión por convicción y corazón o por moda, porque sentía que había perdido la fe en mí, sentía que había perdido ese enamoramiento, creencia en lo que definitivamente se hacer por convicción.


Montada en el metro me dirijo a la "Place de la République" porque ya había escuchado la historia de los Sans Papiers , sin papeles. Africanos que vienen a Francia en búsqueda de trabajo para luego poder enviar dinero a sus familiares que se encuentran en estado de extrema pobreza, viviendo en ciudades y poblados de Africa donde la violencia por temas religiosos e idiologicos han desgastado las oportunidades de surgir a cualquiera que vive allá. En resumen las historia de las gentes que se encuentra aquí en la lucha por un derecho antes ofrecido por el Gobierno de Francia, es triste e inhumana.

En búsqueda de respuesta por parte del gobierno Francés, todos los manifestantes se deciden a marchar hasta la Asamblea Nacional. De entrada cuando llegué, sentí miedo, angustia de no poder hacerme entender y no poder lograr comunicarme con alguien que pudiese explicarme la situación. Hablé con un manifestante y su historia, la cual me conmovió muchísimo, me hizo recordarme para qué había escogido esta profesión y sentí que la fe la estaba recuperando, la confianza en mi misma y la capacidad que tengo, no importa en qué idioma sea, de conversar con la gente. De eso estoy hecha desde lo pies a la cabeza y no voy a cambiar, no quiero cambiar aunque digan que aún no es suficiente, que debo seguir caminando hasta encontrar mi rincón favorito pero no el que me acomode sino el logre que sea yo misma.



domingo, 12 de septiembre de 2010

Perdida en los brazos del Sr. Montparnasse

Entre tanta lluvia pasando por callejones pido permiso para entrar en el café y así acomodarme en cualquier mesita disponible, hacer que pase el tiempo y sobre todo, la lluvia. Con el bolso empapado y el cuadernito robado ,o mejor dicho, que tomé prestado a mi esposo he caído en las manos del señor Montparnasse, dueño de un barrio peculiar en París, una mezcla entre lo bohemio y lo urbano, un rincón encontrado por azar todo gracias a no entender los mapas y a dejarme guiar por el instinto.

Este señor me deja entrar en su no humilde morada para perdonarme el hecho que no hubiese escogido su barrio , antes que otros, para perderme en el y mezclarme en su multitud, bares y teatros que rodean pequeñas plazas ubicadas en cada una de las pequeñas vías que conectan el Boulevard Del Sr. Montparnasse. Lo que sucedió es que cuando salí del metro vi una torre horrorosa negra, muy parecida a la Torre Del Bco. Mercantil en el Centro de Caracas, justo frente a mí y me dije :¿ dónde coño estoy ? ¿me he teletransportado ?¿ sigo aquí ? es decir : sigo perdida.

Eso sucede mucho en París, cada estación de Metro tiene 27, 5 salidas y justo la que decides salir, que es la coma cinco, es la que no es. Generalmente la sensación al salir de cada una de sus estaciones, dependiendo también para donde vayas es oh la la la la la, it is beautiful !, merveilleuse ! edificios con miles y tantos de años y siglos de antigüedad, museos increíbles, puentes, catedrales, calles llenas de cafés pequeños típicos de los años treinta, librerías por doquier etc. Pero esta vez mi instinto no me funcionó y caí en la redes misteriosas de un señor que juntó tendencias arquitectónicas gustos y colores en un mismo lugar , su reino lo rige en la « Gran Torre Montparnasse » negra , fea y triste.

Mezclarse entre la gente es difícil porque cada quien respeta el espacio de la otra persona. Lo vez en las estaciones de metro cuando uno espera el vagón: cada asiento está a un metro de distancia uno del otro lo que hace prácticamente imposible el roce de hombro a hombro y cuando quieres mirar a la persona que está al lado tuyo, tienes que fingir que estás viendo la máquina de coca cola al fondo e ir enfocando la vista paulatinamente hasta dar con el rostro de tu vecino. Yo me pregunto cómo hacen para caerse, es decir: si alguien le atrae la otra persona dentro del metro¿ cómo hacen para romper el hielo? Me lo pregunto todas las veces que me monto en el metro: Ahí no existe el pshh , phsss mira y tú como te llamas, ¿estás perdida?, mamita!!!! etc. Eso es categóricamente imposible.

Ya, una vez terminada esta reflexión, me detengo en mi mesita a estudiar los personajes, todos variopintos . Chamos que parecieran que salieran de un mismo instituto universitario o casting, forzando el sentimiento de vestirse al descuido con peinados que, a penas, se le ven los ojos; debe ser incómodo tener un poco de pelo en la cara que se te metan en los ojos, a mi modo de ver, en definitiva tenían un poco al estilo Beatles, londinense forzado, a juro. Sus impelables chaqueticas de cuero cortas y pantalones tubitos como en los ochenta y por supuesto los Converse "All Star" yo no tengo nada en contra de los zapatos ojo, soy la primera que los uso, sólo que me fijé en la vestimenta pues.

Un señor en particular me ha llamado la atención, el ha entrado dignamente con su traje raído con pinta de escritor de obras de teatro y una pipa enorme que casi dejaba ver su rostro. Su cabello plateado y mojado por la lluvia , a mi modo de ver, le incomoda. No observa a nadie escoge su mesa que pareciera que fuese su preferida porque quizás es asiduo al local. Para mi desventura el hombre se sienta justo al lado mío y el humo que producía la pipa no me dejaba ni pensar, decidí cambiar de mesa.

Desde otro ángulo comienzo a inventar historias de los personajes que entran y salen del café y en particular del señor de la pipa enorme, le puse un nombre “ Jaques” tenía cara de "Jaques" pues, "Jaques Bourgoge" para hacerlo más francés y me dio la impresión de que era escritor ,o a lo mejor, es un vendedor ambulante o repartidor de periódicos, posiblemente un perdido como yo ; en fin…

A su lado se sienta una muchacha que a primera vista puedes detallar sus grandes ojos verdes ahí saqué otra conclusión aventurada : la musa. La inspiración de Jaques eran las mujeres más jóvenes que el, bien dotadas, y con grandes ojos verdes; aquel hombre necesita desesperadamente una gota de creatividad, un personaje que logre ayudarlo a crear una historia. Me detengo y reflexiono… « quizás ese sea yo, mi reflejo, una persona en la búsqueda de la musa … En todo caso es divertido escoger gente que ves por la calle he inventar sus vidas .

Otra cosa divertida y me ha sucedido en varias oportunidades en París, el café a pesar de tener una estructura y decoración de un pequeño teatro además de darte la sensación de sentarte al lado de pequeños o grandes creadores ; la música era particular : reggaeton, pum pum pum, Boricua morena, dominicana pum, pum mami. Bueno sucede en todas partes…

Así pasé parte Del día, siendo osada y manipuladora, inventándole fantasmas a la gente que se asomaban en aquel café parisino en las redes de los Brazos Del Sr. Montparnasse, pero aún sigo sin encontrar mi rincón favorito.